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  • Writer's pictureLucia Pinilla Echeverri

Michelangelo Buonarroti

Michelangelo Lodovico Buonarroti (1475-1564).



Confieso que resumir a este hombre se me ha hecho imposible. Me siento perdida, ¿cómo hacer una breve reseña de quien podría ser el mejor artista de todos los tiempos? Aparte que, se nota lo fan girl ¿no?


Bueno, les contaré al menos acerca de tres de sus obras -que casi que merecen un libro cada una- y un poquito de su historia.


Michelangelo fue pintor, escultor y arquitecto. Además de ser un ciudadano ejemplar, fue un artista con grandes habilidades en cada oficio, nos dejó un gran legado en cómo obtener la perfección.


Daniele da Volterra. Retrato sin terminar de Michelangelo Buonarroti. c.1545. The MET, NYC.


A los 14 años inicia su carrera siendo aprendiz de Domenico Ghirlandaio, un artista famosísimo en Florencia.


Cuando ya había adquirido cierto renombre, viaja a Roma. Allí era el artista más prestigioso del momento, nadie podía lograr la perfección que él estaba logrando.


Entonces, el cardenal francés de Saint-Denis, el Cardenal Jean Villier de la Grolaie le encarga una escultura de la Piedad para una iglesia en San Pedro, ciudad del Vaticano.

Michelangelo Buonarroti. Pietà. 1498-1499. Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano.


Michelangelo realiza una obra en la cual se descubre todo su potencial escultórico. Entre sus características más impresionantes está el cuerpo de Cristo desnudo, cubierto por paños que le cuelgan; el detalle en sus músculos, venas y nervios, adosados al encuadre de sus huesos; la belleza de un cuerpo muerto. La expresión de amor en su mirada, la armonía en las articulaciones y adhesión de sus brazos, piernas y tronco; el leve pulsar de sus venas, la vida escapando.


Es que recordemos que esto era un bloque de piedra, de mármol puro y duro. Y lo ves y puede sentir que hay vida en él.


Michelangelo no acostumbraba a firmar sus trabajos. Sin embargo, decide poner su nombre en la faja que lleva la Virgen, pues un día oye a unos extranjeros admirar y halagar la escultura y atribuirla a Cristoforo Solari. Así, decide ir una noche a tallar su nombre en la piedra.


Unos años después, cuenta Giorgio Vasari (arquitecto, historiador y amigo de Michelangelo) que había un bloque de mármol que hacía rato que Michelangelo quería que le adjudicaran.


El mármol tenía casi 6 metros de altura, lastimosamente, otro artista había iniciado a trabajar en él y lo había, digamos que, afectado un poco. Le dejó un hueco en el centro y arruinó la forma del lado izquierdo por completo. La piedra quedó abandonada por años.


Se hablaba de dárselo a Da Vinci o a Andrea Contucci; pero fue Michelangelo, a sus 26 años, quien logró la comisión. Decidió medirlo y tirar sus cálculos, a ver si lograba realizar satisfactoriamente una figura.


Michelangelo realiza un pequeño modelo en cera de un David joven, con una honda en su mano. Se trataba de realizar un símbolo de libertad para el Palacio. Así como David había protegido a su pueblo y gobernado con justicia, quien estuviese a cargo de Florencia debería defender y gobernar la ciudad con honor.


En algunas partes, Michelangelo no puede cubrir las marcas del cincel y los errores del primer artista. Aun así, considerando todas estas aberraciones, realiza un milagro. ¡El hombre revive a un muerto!

Observa su mano derecha, en ella tiene la piedra y es ligeramente más grande, en proporción con su cuerpo. El artista decide hacer este truquito para llamar la atención del espectador a ella.
















Michelangelo Buonarroti. David. 1501-1504. Galleria dell'Accademia, Florencia.


Cuando ya estaba la escultura puesta en su sitio, se encontraba Piero Soderini (Gonfaloniere di Justizia) parado justo debajo de ella; mientras Michelangelo hacía sus últimos retoques. Soderini le reclama que la nariz le había quedado un poco gruesa. Michelangelo se percata que el problema de Soderini es el punto desde el cual la estaba viendo, la perspectiva era incorrecta. Para no pelearle, Michelangelo se sube al andamio y comienza a golpear la piedra sin afectarla, ni modificarla y manda a Soderini a pararse un poquito más lejos. Entonces le pregunta: “¿Mejor?, y este contesta: “¡Ah sí! Mucho mejor.”


Así, Michelangelo se baja de su andamio, sintiendo pena por aquellos críticos que hablan por hablar con la esperanza de parecer bien informados.


En 1568, Vasari lo resume así: “…quien haya visto el David de Michelangelo, no necesita ver nada más hecho por ningún escultor, vivo o muerto.”


Y por último, la cereza en el pastel. Los frescos de la Capilla Sixtina. Una historia de resiliencia.


Hacia 1508, Michelangelo aún se encontraba tallando la tumba para el Papa Julio II. Entonces, Rafael Sanzio -el famoso pintor- junto con Bramante -arquitecto- comienzan a conspirar en contra de Michelangelo. Convencen al Papa Julio II de suspenderle el trabajo de la tumba, diciéndole que esto acercaría el día de su muerte, y de encomendar a Michelangelo los frescos de la capilla para el papa Sixto IV.


Michelangelo tenía muy poca experiencia realizando frescos, Rafael y Bramante sabían esto. Sus enemigos querían… dejarlo mal parado.


Michelangelo considera la magnitud de la labor y su falta de experiencia, luego de realizar los bosquejos, pide ayuda a sus amigos pintores florentinos. Les dice que realicen una muestra de su trabajo. Cuando revisa lo que han hecho, no lo complace en nada y los echa. Así, se encierra a pintar solo, nadie podía ver avances.


Cuando el trabajo iba por la mitad, el Papa visita el sitio y decide que toda Roma debe venir a ver lo que se está haciendo allí. Y toda Roma vino. Hasta Rafael, al verlo, ¡cambia su estilo para imitarlo!


El Papa, ansioso, apuraba al artista a terminar. Un día Michelangelo le contestó: “Estará listo cuando me satisfaga a mí, como artista.” El Papa hasta lo amenazó con que, si no terminaba rápido, lo tiraba del andamio.

M. Buonarroti. La Bóveda de la Capilla Sixtina. 1508-1512. Ciudad del Vaticano, Italia.


El trabajo de la bóveda para Michelangelo, fue el más incómodo. Imagínense uds., pintar ese nivel de detalle en un techo, con el cuello torcido, por horas y horas. Meses después de haber terminado el trabajo, el hombre aún no podía ver bien, ni leer.

M. Buonarroti. El Juicio Final. 1536-1541. Ciudad del Vaticano, Italia.


Acá les dejo algunas escenas de la Bóveda de la Capilla, son todas increíbles, y un "mapita" de qué es qué. Lástima que esta capilla se llena de turistas, pero si algún día tienen la oportunidad, vayan. Pero recuerden esta historia, recuerden que este hombre no pintaba frescos, recuerden que lo pintó solo, con el cuello torcido, hace 500 años. Es que, para entender la magnitud de la obra, entren en la obra, en la época, en el sentimiento que transmite.


En orden, de izquierda a derecha: La Creación de Adán, La Creación de Eva, La Expulsión del Paraíso, La Creación del Sol y la Luna, El Profeta Isaiah, La Sibila Libia.


Enamórense del arte y de Michelangelo.

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